lunes, noviembre 13, 2006

A ESOS MUCHACHOS DEL SIGLO XX




A esos muchachos del siglo XX

Por Cristian Zúñiga


Los parlantes suenan saturados y la batería esta amplificada por un micrófono que cuelga del techo. Ya voy en la segunda cerveza y el raquítico Michel , vocalista de la banda, hace un llamado a no creer mas en nada. No más Fe . Aquella tocata era una alabanza a la desesperanza. Una sesión casi religiosa de muchachotes que a punto de llegar a los treinta aún no encuentran ese momento de felicidad que se supone llega alguna vez a nuestras vidas. No llegó con el nacimiento del pendejo que ahora vive con su madre y abuelos, ni con la pasada por las aulas de una Universidad Pública, ni con aquella banda que prometía éxito, ni con ese laburo estable que te proporcionaba seguridad económica.

Ahora somos engendros dedicados a estropearlo todo me dice Michel, a odiarlo todo. Nuestras existencias van marcadas por ese vacío dejado por la generación que nos botara en medio de una guerra fría , en medio de una vil disputa entre el estado y el mercado, porque no era más que eso, un mero tema económico, de números. De lo contrario nuestros abuelos y padres no habrían dejado que la cosa terminara en lo que es hoy.
Pues bien, lo que somos hoy es eso. Entonces que no se quejen los muy chuchasdesumadre por lo violento de la weá, o porque todos andan pensando en el mete y saca, o en meterse lo que venga para sonreír un poco. La culpa es de ellos, de los que experimentaron a medias, de esos que escondían su ambición tras el rojo y negro o el uniforme militar, o que tranfugeaban en las oficinas publicas de la DC. De esos que arengaron a los hambrientos obreros, a los ingenuos campesinos y a la bienintencionada mujer de villa para luego dejar todo botado y huir al exilio o a la “meditación postrevolucionaria”. De esos artistas que se hicieron fama gracias a la coyuntura ( Dalí lo hizo con franco) para luego seguir ganando Lucas gracias a la tragedia.
Esos mismos que hoy apuntan con el dedo a los operadores treintones, culpándoles a ellos por la actual decadencia política, por la tontera farandulera y la falta de un fondo ideológico, como si sus pasados vinosos hubiesen sido mas democráticos , transparentes y elevados que los de hoy.

La tocata termina cuando uno de los chicos que bailaba pogo empuja uno de los amplificadores al suelo, lo que provoca un agudo acople que se extendió por casi un minuto.

Siento ganas de subir al escenario y gritar que soy hijo de un militar ex funcionario de los servicios secretos y al parecer escolta de Pinochet. Se que nadie se alteraría ni me encararía, pues todos cargan con la misma mochila, esa que nos pasara un grupo de cobardes humanos del siglo XX. Esos pusilánimes conformistas que hoy se refugian en los errores de nosotros, y se burlan de nosotros, como si nosotros les debiésemos algo grande. Un siglo de fracasados que sentaron las bases del comienzo del fin.