miércoles, marzo 07, 2007

EL SINDROME DEL SAPO LIVINGSTONE



Por Cristian Zúñiga



A Chile ha llegado la fiebre de la transparencia: La derecha lo exige, Pato Navia lo grita, Carlos Peña lo recita y la Bolocco lo luce.

Que bueno es cuando a la vieja clase política, esa vieja apolillada que vive de plaza Italia hacia arriba, le apuntan con el dedo su desfachatez de aprovechar la plata de todos los Chilenos para financiar los estudios de sus mediocres hijos, apitutar a sus familiares en cargos claves del servicio público, o ingresar al estadio sin pagar entrada. Es sano para un país que aspira a modernizar su estado, reparar cuanto antes en estos detalles que a la larga son más que simbólicos: No es buena señal de transparencia e igualdad para un país honesto, que uno de sus parlamentarios no page su entrada al estadio como si lo hace el resto de lo ciudadanos.

Es un asunto de transparencia al detalle que nuestros nuevos meritócratas, cancerberos de la democracia, han aprendido en sus estadías en Estados Unidos, pues si algo de bueno tiene el pequeño pero musculoso estado USA, son esos pequeños detalles que los convierten en un ejemplo de transparencia y probidad pública (el presidente de los Estados Unidos debe justificar hasta las más mínima llamada que haga desde su teléfono en la casa blanca y que no tenga relación con asuntos de estado)

Pero que pasa con esos asuntos que no entran en la categoría de detalles por ser “temas país” o por estar en las exclusivas agendas de los viejos y sabios senadores. ¿Porque nuestros héroes progress no reparan en lo poco transparente y para nada representativo que resulta el sistema electoral norteamericano??
Es bueno utilizar los detalles como modelos a seguir, pero ¿y que pasa con las políticas internacionales, ambientales y de inmigrantes del tío Sam?¿ No responden a los intereses de un grupo de senadores con jinetas empresariales, armamentistas o religiosas? ¿Que tanta movilidad tiene el senado gringo?

Es un buen paso que los nuevos críticos de la política Chilena, educados en Norteamérica, denuncien al actual conglomerado concertacionista por haber heredado mañas que nosotros creíamos exclusivas de la administración milica.

Pero “más mejor” le haría a nuestra democracia que estos amigos de la igualdad y la libre competencia fijaran también su acertada puntería, en lo poco transparente que resulta la explotación de nuestros principales recursos naturales, la pésima calidad de vida y las secuelas sicológicas y físicas provocadas por nuestro exitoso modelo económico al 80% de los chilenos , o en la trampa hecha al mercado competitivo por los principales conglomerados del mercado periodístico ( generadores de la pauta país) Copesa y El Mercurio al haber recibido sendos salvavidas de Pinochet con plata de todos los Chilenos, en momentos en que estas empresas estaban a punto de desaparecer ( lo mínimo que haría un real meritócrata sería no escribir en estos ejemplos de intervencionismo tramposo, o exigir la devolución de los dineros entregados por la dictadura a estos)

Esperemos que desde la espinilla lleguemos al cáncer, pues de lo contrario, nuestros críticos habrán caído en el llamado síndrome del Sapo Livinsgtone: Ese que repara en el color de las camisetas, los peinados de los jugadores o la repetición mil veces de las jugadas, por sobre el análisis de fondo del partido.