martes, abril 24, 2007

FANTASMAS EN EL PARAISO




Fantasmas en el paraíso (al gran negro Farías)

Por Cristian Zúñiga

Jorge Farias muere tan solo y abandonado como la mayoría de sus colegas vinagres
( decir guachaca es sinónimo de carrete concerta , de esos especuladores que se hacen los populares sin serlo), compipas que esperan la moneda salvadora de algún benefactor mozo, vendedor de pescados o regente del liberty.

El día de su funeral, el negro Farias movilizó a todos los vinagres de la Plaza Echaurren , los que al ritmo del bolero de conventillo y la caña aguachenta, despidieron a uno de los más guapos. Y digo guapo porque Farias fue el que mejor interpreto el verdadero himno de Valparaíso, ese que no le teme a la pobreza de los cerros, sino que muy por el contrario, la vive a concho y sin vergüenza.

Farias es la contraparte del señor Gitano Rodríguez, ese burgués mamón que vivía quejándose de todo lo sucio y feo de este puerto. El negro no necesitará de influencias cuicas en la prensa o en los círculos aristócratas del cerro alegre para llegar a las páginas de la historia con su tintolio rudo y barato. Porque Farias fue un rockero que con sus lentes oscuros y su guitarra sostenida por amigotes, se paseaba como un rey fantasma al que sólo los porteños trasnochados podían ver.

Se nos fue uno de los personajes que ha sostenido las bases de lo que hoy conocemos como el Valparaíso Patrimonial. Y mientras los tecnócratas y la posmoderna movida santiaguina disfruta de la cosecha borracha del siglo XX , los Farias, las Corenas o los viejos y viejas de la cuadra desaparecen entre el frío y la indiferencia de una ciudad ultrajada.


A la salud del negro