Escrito en agosto del 2003 AirImagino como sería, si en un arrebato de valentía me decidiera a terminar con todo, apretar el gatillo, amarrar la soga, inhalar el suficiente gas o simplemente dar el salto más profundo de mi vida. Lo pienso mientras lloro frente a mi computador, y me acuerdo de esas tardes de invierno en que escribía canciones suicidas....... “nada de llegar a los veinte”. Pero en el fondo tenía la esperanza de que todo cambiaría, de que eran pensamientos de pendejo a la deriva y que tarde o temprano el panorama cambiaría.
Tengo 25 años y sigo escribiendo canciones suicidas. La vida me apesta más que cuando tenía 17. He hecho muchas cosas y he dejado de hacer muchas otras.
Estoy llorando como hace tiempo no lo hacía. Mi vida se ha transformado en una pésimo film noventero tipo “vidas sin destino”.
Esta noche opté por no salir a emborracharme, y creo que fue una pésima idea. Estoy sangrando por boca y narices, siento un fuerte escalofrío en mi cuerpo y un miedo inmenso.
Soy un vago por que no ejerzo oficio remunerado alguno. Hace dos años que no tengo una pareja estable... a lo más he podido durar dos años con una pareja estable. Para mi familia soy un cafiche, un gañán, un inútil, una perdida de tiempo, un rebelde sin causa. Para mis amigos: un arrogante, un egoísta, un cheque sin fondo...... un vil apostador. Para mi : Un joven anciano dispuesto a violar a su maestro con tal de no aprender.
He probado de todo para cambiar el paisaje: rezar en situaciones límites, trabajar de cuello y corbata, impregnarme de lo académico, romper la voz arriba de un escenario. Ron silver, paraguayos prensados, Rimbaud, inhalar cocaína.
El hecho es que prefiero columpiarme cada vez más fuerte y sentir el vértigo en mi estómago, bajarme y vomitar hasta el cansancio.
