jueves, septiembre 13, 2007

Confesiones de Invierno



Cuando me preguntan si estoy en esto de las contra-comunicaciones por el convencimiento que desde acá se pueden cambiar las cosas o porque quiero alimentar mi ego a costa de audiencias alternativas, pienso, miro hacia mi interior y respondo con un poco de miedo. Amigos, creo que son las dos opciones anteriores.
Partamos por la primera, ¿cambiar que? Cambiar una realidad donde las oportunidades escasean, los dogmas abundan, los pensamientos se empantanan y las libertades se reducen al fantasmal mercado. O sea, me opongo al dogmático y reduccionista modelo neoliberal.
Pero cuando me preguntan ¿y entonces cual es la alternativa a seguir? Hasta hace unos años respondía criticando lo ya existente y buscando ejemplos tomados del modelo cubano, citando experiencias asambleístas y colectivistas provenientes de Chiapas o descaradamente verboseaba sobre los modos de vida indigenistas. Una farsa sin nombre, pues llegaba a mi casa a encender mi TV con cable incorporado y compraba mi ropa en multitiendas y la verdad es que gozaba con el vitrineo de electrodomésticos, ropajes y cosas por el estilo, pero con el miedo de que algún compañero de la causa me sorprendiera. Si parecía canuto escondiendo pecado.

Esta historia continuara mañana………

1 comentario:

Craft dijo...

Zuñi, se agradece el velado ofrecimiento primaveral, en verdad no es mala idea apoyar al "loco sagrado", su ausencia agrava la metafísica de la presencia en tu ciudad. Pasando a otro tema, es tentador pensar que sea yo o el buen luther quién está detrás de ciertos comenatrios ácidos, desencantados pero no del todo mal redactados que aparecen en tu blog o en el de Samuel Toro, pero por favor ten claro que yo no tengo tiempo para esas estupideces de provincianos obnubilados con su falsa uena conciencia. Los santiaguinos nos ocuap`mos en ir al persa de Franklin y chupa en barsuchos como el "Unión" ,en Huérfanos, a ver si aparece Britney (que rico follarse a lasd con caras de tonta!). Dichos comentarios deben atribuirse a viles imitadores o peor aún, seguidores.

resérvame un reservado.

Rick