viernes, septiembre 24, 2010
Al ritmo de Piñera.
Por Cristian Zúñiga
Nuestro país ha subido a una vertiginosa montaña Rusa. Una que lleva al pueblo chileno entre gritos y silencios de pánico. Con terremotos, tsunamis, mineros atrapados bajo tierra, conflicto de intereses, niños con bombas, mapuches en huelga de hambre, Nicanor Parra en huelga de hambre, cientos de chilenos en huelga de hambre..... El zaping mediático recorre episodios de acción, terror, suspenso y pareciera que ya nos curamos de espanto frente al dantesco show.
Es el ritmo esquizofrénico de nuestro actual presidente. Un hombre que no carga la pesada mochila de “estadista” que tanto reprimió y castró a los gobiernos de la concertación. El ritmo del jugador, del especulador, ese que sabe que todo esto ha sido, es y será producto de la casualidad. El presidente que confía en los hoyos negros de la política, en esos big bang que otorga la contingencia y que con los medios a favor y con el hambre de populismo del Chile post pinochet, huelen un aroma de dinamismo y rejuvenecer que nunca supo brindar la concertación.
Los que alegan carencia de relato en el gobierno actual, se equivocan. El relato de Piñera lo construyen las circunstancias, se escribe en 140 caracteres o en el muro del facebook nacional, con un lenguaje simple, redundante, chabacano y hasta mal escrito o pronunciado, o sea, un lenguaje popular que se actualiza día a día y que carece de la vergüenza y temores propios de socialismos y humanismos cristianos.
Porque Piñera adolece de una obra gruesa ideológica, política o religiosa, no tiene que responder a fantasmas o cancerberos que le pasen boleta. Porque Piñera, como buen kamikaze, cuenta con la bendición de los que arriesgan todo, como esos equipos en desventaja que disputan el último corner del último minuto hasta con el arquero metido en el área contraria, en politica ,el empresario presidente no tiene mucho que perder y sus logros serán relatados como verdaderas epopeyas.
En algún momento nos bajaremos de esta montaña rusa, pero echando sangre por boca y narices, como diría el antipoeta.
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