martes, octubre 02, 2012

La vecina también es el enemigo



Por Cristian Zúñiga

Hoy es jueves, nublado como casi siempre en la costa. Es día de marchas. Los secundarios llamaron a una gran movilización por el no cierre de escuelas y liceos públicos. Viajo en un colectivo por el centro de Valparaíso. Veo como las fuerzas policiales despliegan sus carros (financiados por chilenos para reprimir  a chilenos) y los estudiantes caminan agrupados por las calles patrimoMiales, sosteniendo lienzos y carteles alusivos a sus demandas.

El viaje se ve interrumpido por un grupo de manifestantes. El cuarentón chofer lanza una onomatopeya ( Shaaaa!!!) de molestia y la cincuentona pasajera que iba a su lado dice “ Estos cabros de mierda lo único que hacen es reclamar, puro quieren que les den todo regalado”. De seguro ambas reacciones hubiesen recibido la simpatía de algún ministro de estado o sacarían micrófono de matinal TVN.

Pero esa reacción no solo se debe al apuro del chofer o la gruñeria de la señora. Esa reacción devela el espíritu del Chile de los últimos 38 años. El espíritu del sumiso peón deseoso de calles vacías y silenciosas por donde circulen ciudadanos cargados con bolsas de supermercados, autos enormes, pacos en cada esquina , jóvenes con trajes de oficina trabajando en el día y estudiando en la noche. El espíritu de un país donde las instituciones se hagan cargo de las consuetudinarias irresponsabilidades de los bárbaros. Un país de emprendedores preocupados de su propio culo.

Y es que el espíritu del chileno pos hacendal busca y busca pero no encuentra, pues sus expectativas están puestas en un infinito horizonte generado por publicistas. Por eso es que se frustra y despotrica. Porque el crédito es erótico y efímero como un gramo de cocaína y lo que es peor, deja una resaca de años. Porque el cartón de la educación superior no le trae riqueza ni sabiduría, solo deuda y estatus. Porque la casa propia es del banco y no venía con familia feliz incorporada. Porque la barriga mal alimentada aumenta, la papada afloja y los lindos de la noche ya no pescan.

La frustración del chileno de a pie es violenta, mucho más que las barricadas y los golpes a vitrinas de multitiendas. Es una violencia que no acepta la tranquilidad del que se entusiasma con ideas en vez de mercancías, ni del que piensa en colectivo y no en individual. O sea, no acepta al politizado. Se le trata de flojo (como la historia oficial lo ha hecho con el mapuche) ,chanta ( porque habla demasiado) inconforme, mal agradecido y por último, latero ( Conciliador = entretenido / Crítico = Fome).

El  chofer y la señora del colectivo son victimas de una matriz cultural perversa, configurada para producir individuos temerosos de sus pares y de todo lo que huela a relaciones horizontales. Ellos solo quieren mantener sus cadenas bien limpias, recibir el látigo aceitado y la huesera con cubierta de césped.

Ellos no se inmutarán si usted les dice que Chile es el país más privatizado del mundo con  la educación más cara del mundo (Más que USA, Japón e Israel) Ni  que el 11,6% de sus remuneraciones ( AFP) van a afirmar la bolsa de comercio y a convertirse en crédito para los grupos económicos. Capaz que ni se arruguen cuando les cuentes que el plan AUGE es una ruleta Rusa que cubre algunas enfermedades y otras no, o que la banca, en lo que va del año, ha obtenido las mismas utilidades que se esperan recaudar de la famosa reforma tributaria. A chofer y  pasajera, les dará lo mismo que el Litio de todos los chilenos, se  otorgue al yerno de pinochet y al hermano del actual ministro de minería.

Aunque suene fuerte reconocerlo, el enemigo no solo está en la cúspide de la pirámide. El enemigo también puede ser la vecina del frente o el popular chofer del coleto. Es cierto que son unas pobres víctimas. Hay que intentar despertarlos de su hipnosis. Pero cuidado,  así como pueden despertar, también pueden terminar contagiandote los virus más nocivos emanados desde un modelo con enfermedad terminal.

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